domingo, 20 de enero de 2013

Cosas que no entiendo

No voy a hablar de la crisis, que de esto ya habla todo el mundo con la misma alegría con la que se las daban de brokers hace unos años. Muchos aseguran: "Yo ya me di cuenta cuando Zapatero tal... o cuando el índice de la bolsa en Corea, pascual..." Yo, en cambio, al escuchar a aquella vecina en Pardaleras jactarse de que había invertido todos sus ahorros, por consejo de sus hijos, en un piso, ya sospeché que aquel descubrimiento universal de la pólvora no podía traer nada bueno.
Así que voy aquí a comentar otras cosillas, a ver si alguno de mis fidelísimos lectores me ayuda a encontrar algunas respuestas a mis muchas dudas.
En primer lugar, hace ya algunos años que observo estupefacto cómo muchas personas se niegan a quitar el plástico protector de móviles, ipads y ordenadores. Y digo "se niegan" porque familiares y compañeros de trabajo les persiguen con la misma tenacidad con la que ellos respetan el plasticucho semidespegado o lleno de burbujitas: "Pero ¿por qué no le quitas el plástico?" Y ellos contestan con las respuestas más peregrinas, variopintas y singulares: "Es para que no se raye la pantalla". "Es que se ensucia de los dedos". Desde luego, cuando el aparato se estropee, lo tirarán a la basura bruñido e impoluto, pero no sé con qué objeto.
Otra situación curiosa la observé en las pistas de pádel y tenis que frecuento. Digo "frecuento" no porque juegue a nada, ya que no he tenido narices de encontrar ningún grupo de señores socios con los que practicar estos deportes, sino que acompaño a mi hijo Felipe a sus clases de tenis. Allí veo a algunas personas que llegan a jugar con unas enormes bolsas deportivas en las que transportan un número elevado de palas o raquetas. Por más que pregunto, nadie me explica este hecho. ¿Es porque cada cinco minutos cambian de raqueta? ¿Compran palas muy baratas y no se fían de que les vaya a durar un partido? ¿Quizá es que cada día le toca a uno de los jugadores llevar raquetas para el compañero y los de la pista de al lado? No sé, estoy hecho un lío.
Otra de estas curiosidades me viene ocurriendo casi desde que era un niño. Normalmente el día se dividía de la siguiente manera: la mañana, la tarde y la noche. Por la mañana ibas al colegio. Después de comer, por la tarde, volvíamos a clase y después de cenar, por la noche, nos acostábamos. De repente, un buen día, muchos empezaron a decir "buenas tardes" después de las doce del mediodía. Te encuentras a alguien a las doce y cinco minutos, le das los buenos días y te corrige con sonrisa condescendiente: "buenas tardes". No entiendo nada.
Si alguien conoce las respuestas, agradezco de antemano su ayuda.

2 comentarios:

antonio dijo...

1) Es una cuestión difícil. Sucede también con el ajuar, con esas vajillas o manteles, para ocasiones especiales, que a veces se quedan sin oportunidad, guardados en un cajón, hasta la generación siguiente. Supongo que a muchos nos gusta poder tener los utensilios perfectos para cuando llegue la ocasión. Otros prefieren usar y disfrutar. Tambien es el ejemplo de esos salones de casa que algunos tienen para cuando hay visita: la mejor pieza de la casa acaba infrautilizadísima. Gustos...

antonio dijo...

2) Lo de las raquetas... pues es un misterio, que no se me alcanza, como a ti.

3) Y lo de buenas tardes o buenos dias... es que los españoles comemos muy tarde y la hora del reloj está muy desviada de la hora solar. Antes, cuando no había tantos relojes ni había luz eléctrica, estaba muy claro: sol en lo más alto: mediodía; precedido y seguido, como es lógico, por mañana y tarde. Igualmente, eso hacía que la comida del mediodía se hiciera al medio día. Es decir, era mediodía por el sol; no por la comida. Después empezaron estos horarios españoles, que apenas son secundados en ningún lugar del mundo y es verdad que para nosotros esa comida es frontera de dos grandes áreas del día. Pero hacemos mal comiendo tan tarde, porque luego la cena se nos pega a la hora de dormir. El contacto con los extranjeros, que sí comen más cerca del mediodía, genera el resto de la confusión. Yo digo buenas tardes después de la comida; pero me gustaría comer más temprano ;-)