sábado, 7 de marzo de 2009

Yo también soy ecologista

Se podría decir que yo también soy ecologista. No, sin duda, por adscripción política o por un desmedido amor a la Naturaleza. Hago mías (con matices) las palabras de aquel personaje de Baroja: "Yo creo que todo lo natural, que todo lo espontáneo, es malo; que solo lo artificial, lo creado por el hombre es bueno". Sin embargo, otros motivos me obligan a cuidar el medio ambiente: el orden. Pienso que el mundo funciona o debe funcionar como una máquina cuyos mecanismos han de estar ordenados y jerarquizados adecuadamente, cumpliendo cada uno la función que le es propia. Por tanto, el padre, el hijo, el juez, el médico, el árbol, la zanahoria y el jabalí deben estar en su lugar cumpliendo su misión en la vida.
Por ello, soy incapaz de incumplir la normativa que los medios de comunicación, las asociaciones y los gobiernos nos han inculcado durante años para preservar la Naturaleza. Acabo de escribir que "soy incapaz de incumplir", pero debería haber escrito que "sufro al incumplir", porque, por supuesto, incumplo. Lo hago quizá como el pecador consciente de su falta. Pero lo hago.
Debería ahora exponer las razones por las que convivo con esta contradicción. La primera es que me rebelo contra la idea asumida por muchos de que el cambio climático y la degradación de la Naturaleza tiene su origen en el quehacer cotidiano de los ciudadanos y su solución está, por consiguiente en la corrección de nuestro comportamiento. En otras palabras, que pasa lo que pasa porque ponemos el aire acondicionado y no echamos las botellas al contenedor del vidrio. Sin embargo, no parece tener ninguna influencia sobre la problemática medioambiental el que los gobiernos, que tienen el poder omnímodo ejecutivo y legislativo, no hagan, año tras año, absolutamente nada.
Bueno, sí hacen: Se gastan dinerales en concienciar a la sociedad. Todo es concienciar. Ya lo explicaba más arriba: somos los culpables, y si no modificamos nuestras costumbres...
En el tema del reciclaje de basuras, no recuerdo si la Junta de Extremadura o el Ayuntamiento de Badajoz, realizó hace poco una campaña con pegatinas, folletos, imanes para la nevera, etc. Sin embargo, cuando bajas con las distintas bolsitas, dejas una en un contenedor cerquita, pero el de los envases está en el otro extremo de la calle, y cuando llegas está a rebosar de bolsas y la tuya no cabe.
Por no hablar de los conflictos familiares. Mi mujer se niega a poner varios cubos de basura en la cocina. Dice que no caben. Y que todo eso son tonterías mías. Lo mismo opinaba mi madre, y se quejaba amargamente del entonces reciclaje de vidrio porque había que ir a buscar la campana esa al quinto pimiento, y echar las botellas una a una por el agujerito, y además siempre le tocaba a ella. "Si quieres reciclar más, las llevas tú", me dijo un día cargada de razón.
Un día escuché en una conversación que las arandelas de plástico en las que vienen las latas de refresco hay que cortarlas con unas tijeras, ya que roedores y pájaros al rebuscar entre la basura introducen la cabeza por ellas y se asfixian. Aquella visión de un pajarraco retorciéndose y agonizando me horrorizó. Así que tengo la costumbre de cortarlas con las tijeras de la cocina, hasta que un día, por las prisas, me corté en un dedo, lo cual me horroriza también bastante, si no más. Aparte de esto, lo que más me fastidió no fue el pitorreo de mi familia, sino que cuando lo conté en la sala de profesores, mi amigo y compañero, superprogre, ultraexcursionista, enemigo declarado de los campos de golf, manifestó con cierta estupefacción no haber oído nunca tal precaución en favor de estos animales.
Quizá algún periodista, algún representante de Greepeace, o algún ministro censuraría severamente a mi compañero, ya que, como todos sabemos "el desconocimiento de la ley no exime de su cumplimiento".

2 comentarios:

Fermín J. González dijo...

Y yo también soy ecologista. Tendrías que haber comentado que en nuestra región no existen suficientes centros de tratamiento de residuos, es decir, que los residuos separados en bolsas y ecológicamente seleccionados son después vertidos juntos en el mismo vertedero. Por cierto, el único dato que tengo sobre el tema de las arandelas de las latas proviene de un episodio de los Simpsons, en el que Magui, empeñada en reciclarlas, acababa convirtiéndolas en redes de arrastre que arrasaban los fondos marinos.

Anónimo dijo...

¿Como tienes esa gracia contando cosas tan banales?
Te felicito, como los demás, un gran texto. Podías llevarte a clase un día el portatil y leíamos todos tu blog desde alli con el cañón y tal que tienes artículos muy interesantes y todos muy bien escritos!